El mundo rebosa de aromas agrios y dulces. Nos encanta encontrar aromas y hay quienes se atrevieron a guardarlos en varillas encandilantes, que tienen un olor específico de algo. Naranja, limón, pino y nieve, flores selváticas...
Pero, ¿por qué no lo hay de la tierra mojada? ¿de pan recién horneado? ¿del beso en la oscuridad?
¿Y si los momentos tuvieran aroma?
Solo pensemos: cada día encendemos una varilla que nos recuerde la primera vez de algo. Nuestro primer libro nuevo, el primer día en la escuela, la primera bicicleta.
El primer romance.
El primer vino, el primer beso.
El primer... momento.
Imagina encender una varilla con esa fragancia que evoque nuestro momento. Nuestro segundo. Nuestra breve eternidad.
Un incienso que nadie más distingue. Un olor del que solo tú y yo fuimos testigos. Un aroma que inunde la habitación y nuestras mentes de un tenue recuerdo etéreo.
Un incienso de nos.
Sean bienvenidos a mi blog.
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